Comenzamos este artículo con una pregunta disparadora, ¿Qué pensamientos pasan por nuestra cabeza en este tiempo de cuarentena?

No hay respuestas sencillas y absolutas, pero si tratamos de alinear nuestro cerebro y enfocarlo sin que nos invadan otros pensamientos, seguro comenzará a generar ideas sobre como resolver el interrogante y descubriremos que experimentamos múltiples sensaciones. Algunos sentirán miedo, ansiedad, impaciencia, falta de tolerancia, frustración, por solo nombrar algunas de ellas. Estas, sin duda, se verán reflejadas también en nuestras emociones y nuestro cuerpo.

De acuerdo a este contexto de pandemia, la mayoría de las personas nos auto preguntamos de qué manera estamos viviendo este tiempo de cuarentena. ¿Lo estamos viviendo como una experiencia de vida? ¿Lo estamos viviendo como una gran oportunidad de cambio? ¿O quizás lo vemos bajo la perspectiva de que lo vivo como una tragedia? Una mirada más optimista quizás podría ser que lo vivo quedándome en casa para ser socialmente responsable y cuidar mi vida y la del otro.

Sin embargo, tenemos el desafío por delante de encontrar un camino a través del cual descubrir cómo hacer para estar menos nerviosos, tensos, temerosos y así poder construir la tan ansiada calma.

Una de las cosas que ha logrado la cuarentena es darnos la oportunidad de encontrarnos con nosotros mismos. De descubrir cómo el día a día pre cuarentena nos encontraba ocupados, sin tiempo para pensar si teníamos temas por resolver en nuestras vidas, o lo peor, considerando que los teníamos resueltos, y ahora nos damos cuenta que no era de esa manera. Esto nos lleva a un sube y baja emocional que impacta en nuestro ser y con quienes convivimos.

No obstante, podemos encontrar mecanismos atenuantes que se pueden convertir en alternativas de salida, y que tiene que ver con una correcta planificación de nuestro día. Eso contribuye no solo al orden biológico, sino emocional en el conjunto cuerpo-mente. Por ejemplo, la generación de espacios propios o individuales, respecto del espacio colectivo si conviven dos o más personas. Esto genera tiempo propio para emplearlo en lo que uno necesita y tiempo de compartir con el otro, que sin duda fomentará diálogo y debate. Darse espacio para el ejercicio físico genera mejor generación de oxigenación, y por ende, claridad de pensamientos. Redistribuir tareas, roles y funciones intercambiándolas impactará en una mejor empatía hacia el otro y a valorar las cosas que se hacen diariamente. Y sobre todo hablar de nuestras emociones ayudarán a descargar tensiones.

Muchos conocemos una frase famosa de Mafalda que dice “paren al mundo que me quiero bajar” . Bueno, el mundo se detuvo en cierta forma, entonces, ahora que se paró, nos podemos preguntar ¿Qué hacemos?

Es un gran desafío comenzar a pensar cómo nos vamos a preparar para el día después, para el día en que la cuarentena se vaya terminando. Para muchas personas, la vida no será igual que antes.

En el inicio estábamos en estado de shock y entendiendo el concepto de aislamiento social, y aún continuamos con una sensación de “estar acomodándonos” a la situación del día a día. Muchos individuos, cuando esto culmine, se encontrarán, tal vez, en un estado de miedo a la hora de salir y retomar sus rutinas. Seguramente experimentemos el hecho de que los hábitos han cambiado, y que el COVID-19 nos ayudó a descubrir otras formas distintas de hacer las mismas cosas.

Para todo eso, necesitamos contar con un plan individual para el día después, que analice diversos escenarios y estar preparados para recuperarnos de la otra pandemia, la económica, que afectará por igual a empleados y empleadores. Ese será el segundo gran desafío por venir, al cual necesitamos afrontarlo con madurez y poniendo en juego todas las herramientas y competencias como consensos, negociación, empatía, liderazgo, comunicación, etc.

En este escenario pandémico todos somos protagonistas, y cada uno elegirá cómo transitarlo y prepararse para llegar a la meta y sobre todo cruzarla.

Equipo de SEL Consultores – Soporte y Estrategia Laboral